LAZARO Y EL RICO (Lucas 16, 19 – 31)

 «19. Había una vez un hombre muy rico, que vestía ropas muy lujosas. Hacía fiestas todos los días, y servía las comidas más caras. 20. En cambio, junto a la entrada de su casa había un hombre pobre, llamado Lázaro, que tenía la piel llena de llagas. Unas personas lo sentaban siempre allí, 21. y los perros venían a lamerle las llagas. Este pobre hombre tenía tanta hambre que deseaba comer, por lo menos, las sobras que caían de la mesa del hombre rico. 
22 »Un día, el hombre pobre murió y los ángeles lo pusieron en el sitio de honor, junto a su antepasado Abraham. Después murió también el hombre rico, y lo enterraron. 23 Cuando ya estaba en el infierno, donde sufría muchísimo, el que había sido rico vio a lo lejos a Abraham, y a Lázaro sentado junto a él. 
24 »Entonces llamó a Abraham y le dijo: “¡Abraham, Padre mío, compadécete de mí! Ordénale a Lázaro que moje la punta de su dedo en agua, y me refresque la lengua. Sufro muchísimo con este fuego.” 25 Pero Abraham le respondió: “Tú eres mi descendiente, pero recuerda que, cuando ustedes vivían, a ti te iba muy bien y a Lázaro le iba muy mal. Ahora, él es feliz aquí, mientras que a ti te toca sufrir. 26 Además, a ustedes y a nosotros nos separa un gran abismo, y nadie puede pasar de un lado a otro.” 27 El hombre rico dijo: “Abraham, te ruego entonces que mandes a Lázaro a la casa de mi familia. 28 Que avise a mis cinco hermanos que, si no dejan de hacer lo malo, vendrán a este horrible lugar.” 29 Pero Abraham le contestó: “Tus hermanos tienen la Biblia. ¿Por qué no la leen? ¿Por qué no la obedecen?” 30 El hombre rico respondió: “Abraham, querido antepasado, ¡eso no basta! Pero si alguno de los muertos va y habla con ellos, te aseguro que se volverán a Dios.” 31 Abraham le dijo: “Si no hacen caso de lo que dice la Biblia, tampoco le harán caso a un muerto que vuelva a vivir.”» 



Reflexión


Hace mucho tiempo que viene dando vuelta por mi memoria esta parábola de Jesús y debo confesar que desde el primer momento me resistí a meditarla y así la leía, logrando que no me dijera nada. Un día me planté en mi oración personal y le dije al Señor: “Si me resisto a meditarlo, conociéndome a esta altura de mi vida, seguramente debes tener muchas cosas para decirme y yo no las quiero escuchar. Por tal motivo no me moveré de este relato hasta que deje que me hables por medio de él y acepte tu enseñanza”. Luego de esta decisión y de varios días de meditarlo, quiero compartirte los humildes frutos. 
Desde joven, con todo el ideal de cambiar el mundo, al meditar la parábola de Jesús, me resultaba evidente la realidad del rico y el pobre en el barrio, la ciudad, y por la tele, en el interior del país, llegando hasta el hambre en África, y en el mundo, algo más que claro, pero distante, pero creyendo que la muerte sería el momento en el que Dios ejerciera la justicia divina: para uno el cielo y para otro el infierno. Siempre como algo que no me tocaba tanto, pues nací en una familia que no era rica, por tanto era más probable que perteneciera al gremio de Lázaro y podía esperar tranquilo. 
Hoy luego de los años, las crisis, los progresos y tropiezos vividos, sintiendo, no se por que, a esta altura de la vida, que, “el juez más severo de la vida, son los sueños de juventud”, parece que veo la realidad más cerca, no me refiero a la muerte, sino a la injusticia personal, familiar, eclesial y social. 
Al aceptar la cercanía de los problemas, que antes veía lejanos, aunque hoy la vista física me traiciona, pues tengo dificultades para leer la letra chica y me veo obligado a acercar más la mirada, pero noto que la aproximación hace que se desdibujen los caracteres escritos y nuevamente alejo un poco la hoja para intentar adivinar lo que está impreso. ¡Ciertamente debo ir al oculista! 
Será ésta dificultad visual que refleja la inconsciente negación de hacerme cargo de la realidad más próxima, es decir más prójima. Así le pedí a Jesús me prestara su mirada, que supliera mi incapacidad de animarme a ver las cosas más de cerca. A continuación opté por pedirle a Él que me volviera a imponer las manos pues sólo “veo hombres, como si fueran árboles que caminan” y sorpresivamente comencé “a ver todo con claridad” (Mc. 8, 24-25). 
A partir de ese momento de abandono a la acción de la gracia pedida al Médico Jesús, llamaron mi atención algunos detalles en el relato de Lucas 16, 19-31. 
Este capítulo 16 comienza con la Parábola del Mayordomo Deshonesto (vv.1-13). En el v. 14, Lucas deja al desnudo que los fariseos eran amantes del dinero y que reaccionan a la enseñanza de Jesús sobre el dinero con burla. Su teología basada en preceptos del A.T. les alentaba a pensar que riqueza era señal de bendición de Dios y pobreza señal de su descontento divino. Pensaban que personas como Lázaro eran merecedoras de su sufrimiento – culpable de algún pecado atroz. Realmente su hipocresía les mostraba la conveniencia de defender como divino algo que no les cambiara su estatus. Jesús desafió esta creencia con la declaración que “lo que los hombres tienen por sublime, delante de Dios es despreciable” (v. 15). En otras palabras diríamos: “Cuando lo que percibes, se acomoda demasiado bien a tu conveniencia, entonces desconfía de tus sentidos”. 
Jesús habló de la ley, los profetas, y la proclamación del reino de Dios (v. 16) avisando, “es más fácil que dejen de existir el cielo y la tierra, que deje de cumplirse un tilde de la ley” (v. 17). Su advertencia sobre el divorcio (v. 18) se dirige a los hombres que diezman lealmente (Lc. 11, 42) pero dejan a sus esposas de lado sin pasarle la mensualidad. No solo ignoran a los pobres y vulnerables, sino que también crean pobreza y vulnerabilidad. 
Aunque esta parábola parezca hablar del dinero, verdaderamente se trata de valores. Es posible ser rico y disfrutar del favor de Dios – Abraham, David, y Salomón son unos ejemplos. La cuestión no es si tenemos dinero o no, pero si amamos nuestro dinero: ” Exige a los ricos que no sean arrogantes ni confíen en las riquezas, que son siempre inseguras; que más bien confíen en Dios, que nos proporciona todo generosamente para que lo disfrutemos. Que practiquen el bien, que se hagan ricos en buenas obras, que den de buen corazón, que sepan compartir. De esta forma amontonarán un capital sólido para el porvenir y conseguirán la vida verdadera” (1Tim. 6, 17-19) – si compartimos la preocupación de Dios por los pobres y vulnerables – si estamos tan distraídos con preocupaciones personales que no nos damos cuenta de los Lazaros a nuestro alrededor. 
(v. 19) -El rico no lleva nombre, es un anónimo, sólo es reconocido por un adjetivo, pues su nombre no figura en el Libro de la Vida, mientras que el pobre lleva nombre y lo llama “Lázaro” (v. 20). ¿Por qué lo llama Lázaro y no Marcos, Marta, Felipe o…? Y entonces fui a buscar el significado del nombre Lázaro y sorprendido descubrí que significa “Dios asiste, Dios ayuda”, en definitiva es el hombre que confía en Dios, aún en sus limitaciones y dolores de intentar ser, padece por vivir en su identidad. Sabemos que el humilde –quien vive la verdad de ser- sabe esperar, sabe aguantar la rutina, ya la experiencia le ha sacado callos a la Esperanza que no defrauda. Lo que para otros es la última esperanza, para él es la primera y fundamental, sobre la que apoya su confianza en Dios. Cree que el futuro no está determinado. Cada vez que recibe algo, siente que Dios le dice, “Levántate y come, pues cerca está la liberación”. Es más fuerte el deseo que la satisfacción. Es quién sabe que el corazón tiene razones que la razón no entiende. Vive como slogan de su realidad el “hacele caso a tu Esperanza”. Se alimenta del gozo de la Esperanza como valor permanente, de un “algo más”, antes que del fugaz placer de la satisfacción, que solo crea dependencia. Quien guiado por la Esperanza en Dios, sabe que tiene más futuro que pasado. No carece de realismo, pues el ideal, prevalece sobre la desanimada realidad. Honra la Esperanza, purificada por la falta de omnipotencia, reconociendo que donde él u otros no pueden, Dios actúa. Es un ser que se mantiene “Alegre en la Esperanza y perseverante en al adversidad” (Rom. 12,12). 
Lázaro, sabe que “Dios ayuda” al rico dándole la posibilidad de recibir la ayuda de Dios a través de el, pero la rechaza, al ser indiferente al “Dios ayuda” en Lázaro. A través del pobre Dios ayuda al rico y el rico podrá tener su nombre escrito en el libro de la vida. Pero el rico no acepta ser ayudado por el pobre, pues guarda cerrada su puerta. San Juan Crisóstomo dirá: ”No era atormentado porque había sido rico, sino porque no había sido compasivo”. 
Jesús tenía un amigo que se llamaba Lázaro (Jn. 11, 1 - 44), a quien amaba en verdad y lo visitaba en su casa con sus hermanas, que en un momento crítico, lo consideraban “muerto y que olía mal” (Jn. 11, 39), cuando Jesús, fiel amigo, simplemente dijo: “no está muerto, sino que duerme” (Jn. 11, 11). No fue como el rico que ignoró a Lázaro, pues nunca le importó que se muriera de hambre, y no lo tocó, justamente por que olía mal. Cuantas veces me creo muerto, y Jesús me vuelve a despertar, pues me dormí en mis defectos y dolores. Resonó el mandato de Jesús a los familiares de su amigo, después de resucitarlo: “Desátenlo” (Jn. 11, 44), y pensé cuántas veces ato al otro, con mis prejuicios, motes, apodos y por eso los creo muertos –“Este no tiene solución”- y me huelen mal –“Me tiene podrido”- Ésta es una forma de estigmatizar al otro. ¿No me estigmatizo con los: “No puedo”, “yo debería”, “soy un inútil”? 
Aclaremos que este relato, de la resurrección de Lázaro, al que estoy haciendo mención, es un hecho real en la vida de Jesús, no así el que venimos reflexionando ya que nos cuenta la única parábola que menciona un nombre propio y no quisiera perder ningún detalle pues Él no es frívolo al hablar de la realidad del hombre. 
(v. 19) -El rico “está vestido con ropa fina, lujosa”: la ropa en principio aísla y protege, por ejemplo, frente al clima frío, ayudando a la vulnerabilidad física. También descubro que ante la falta de autoestima, que revela mi vulnerabilidad afectiva, la sociedad de consumo, me dice que puedo darle otro uso a la ropa, sirve para aparentar, dependiendo de la marca o el modelo de moda. 
¿Cuántas veces me protejo o aparento, como colocando un aislante frente al otro, para que no llegue a conocerme en verdad o como prejuicio a que pueda lastimarme?, ¿De qué manera me protejo del dolor, del sufrimiento ajeno, para poder seguir en mi cómoda indiferencia?, ¿De que necesito defenderme o qué quiero ocultar? ¿Cuáles actitudes utilizo en mi servicio a los demás, que en definitiva me aísla de ellos? 
(v. 19) -Agrega Jesús otro detalle: “banqueteaba todos los días”. Busqué sinónimos de “banquete” y encontré: fiesta, agasajo, cena, ágape, regocijo, etc. y recordé que en la Biblia Dios usa mucho esta palabra Ágape o banquete, pero la diferencia está en los criterios de selección de invitados: “Cuando hagas un banquete no invites a…, para que te inviten luego, tu en cambio invita a los pobres…, Dios te bendecirá”. (Lc. 14, 12-14). 
También el verdadero ágape provoca reacción en los invitados, es así que muchos ponen excusas para no ir al banquete (Lc. 14, 18), y me acordé del hermano mayor que no aceptó participar de la fiesta organizada por el Padre Perdonador al recuperar a su hijo perdido, su propio hermano (Lc. 15, 28). Pensar que Jesús no sólo contó parábolas al respecto, sino que lo criticaron sobre todo por participar de ellos con prostitutas y pecadores (Lc. 5, 30) y llegó a decir que “son los enfermos que necesitan al médico, no los sanos” (Lc. 5, 31). 
¿Será que debo organizar banquetes con este tipo de gente? Y nuevamente Jesús me hizo mirar más cerca, pidiéndome que invite a mi corazón a gente que no me puede devolverme la invitación y son los pobres tipos, que con sus graves defectos me aguaron la alegría de vivir, causándome heridas, que hoy son llagas. Sin embargo, ahí nomás la Virgen María me aseguró: “Si haces lo que Jesús te dice” (Jn. 2,5), “perdona hasta 70 veces 7” (Mt. 18,22), es decir, “Llena las tinajas hasta el borde” (Jn. 2, 7), mi hijo Jesús, convertirá el agua en vino, pues El deja lo mejor para el final. 
Llevando la aplicación a nivel espiritual o religioso, somos como el rico que vive en su propia fiesta espiritualista de conciencia aislada, rigorista o laxa, da lo mismo, ambos extremos van creando un abismo que me separe de las ovejas que no tienen pastor. 
Miremos nuestras celebraciones, liturgias y ministerios, adornadas, enropadas y ceremoniosas en las que vivimos como santurrones auto referenciales, autocomplacientes y elitistas. Pero cuando pasamos la puerta de la ficción, solo estamos llagados de imperfecciones: “Sepulcros blanqueados”. 
Recordemos las palabras de Pablo: “Aunque repartiera todo lo que poseo e incluso sacrificara mi cuerpo, si lo hago para gloriarme, sin tener amor, de nada me sirve” (1Cor. 13, 3). Parafraseando diríamos: La fiesta del aparentar (virtudes públicas) y la hipocresía de ser (vicios privados). 
Los banquetes mentirosos, del que necesita estar ocupado, distraído, entretenido, anestesiado, para escapar de una dolorosa realidad, propia o ajena, por no asumir y seguir auto engañándonos, peor aún, justificándonos, pues tenemos miedo de enfrentar nuestra propia verdad. 
Podemos entender con verdadera perspectiva aquella otra parábola que contó Jesús de la oración del Fariseo y el publicano (Lc. 18, 9-14). 
Cuando vivimos la fiesta de los cargos, títulos, nombramientos, para ser simples funcionarios o peinadores de ovejas, olvidándonos de atarnos la toalla a la cintura para lavar los pies a los más pobres. 
En los banquetes de programas funcionalistas, o métodos moralizantes e ideológicos, que confirman la opción por la pastoral de la conservación. Recordemos a Jonás, para no ir a Nínive, buscó una nueva tarea escapista: “Se levantó Jonás, pero fue para huir a Tarsis, lejos de la presencia de Dios” (Jon. 1, 3). 
(v. 20) -La traducción ecuménica de la Biblia “Dios habla hoy” en lenguaje actual agrega al final del v. 20 un detalle: “Unas personas lo sentaban siempre allí”, y pensé en tantas personas que son llevadas a las plazas, hospitales, geriátricos, cárceles, etc. esperando que alguien rompa el abismo de la indiferencia, y dejen de ser un simple detalle en el paisaje al que nos acostumbramos o simplemente terminan viendo pasar la vida sentados detrás de una ventana. 
Reconozcamos cuántas personas son colocadas, por su condición de pobre, indigente o discapacitado, en situaciones de mendicidad, de prostitución, especialmente niñas y travestis. 
(v. 20) -Otro detalle es que Lázaro “tenía la piel cubierta de llagas”, no habla de lepra, es decir que está con heridas abiertas. La piel es la frontera entre la persona y el mundo. También es la que posibilita entrar en contacto con ese entorno. Esa frontera, la de la piel, esa que permite sentir afecto, está rota, violada, dañada. Si está lastimada, puede haber sido de afuera hacia a adentro, vivida como una agresión de alguien o algo, o viceversa, de adentro hacia fuera, por ejemplo, una erupción orgánica, reflejo de un problema nervioso, pues el cuerpo sufre (expresa), lo que miente el alma, ya decía Santa Teresa. El cuerpo, es vicario, es decir, actúa en nombre de la mente o del corazón: ante una emoción nos ponemos colorados de vergüenza o de ira. Pudiendo llegar al extremo de obligarlo a ser mártir de emociones negativas ocultas. La ciencia define esta situación como problemas “Psicosomáticos”. 
(v. 20) -”Tendido a la puerta del rico” Notamos que la puerta que los separa hoy, es a los ojos de Dios un profundo abismo en la otra vida (v. 26). Es aquí en la tierra, algo tan insignificante, pero a la vez, tan intenso allá. Es decir que los abismos que ponemos no son distancias, sino la intensidad de una actitud. Abismo aparece como sinónimo de puerta, es decir que con solo abrir una puerta, se supera un abismo. Recordé la frase de Apoc. 3, 20. “Yo estoy a la puerta y llamo”, y me imaginé a Jesús mendigo de mis pecados y miserias, golpeando, día tras día, mi puerta, hasta sangrar sus nudillos, para dejarme misericordiar de una vez por todas y aceptar que “a quien mucho se le perdona, mucho ama” (Lc. 7, 47). 
¿Cuantas veces percibo un abismo entre lo que pienso y siento, entre lo que los demás creen que soy (apariencia de lo que permito ver y muestro o idealización de lo que imaginan de mí) y lo que yo siento o creo que soy en mi desnutrida autoestima? Los sabios dicen que el abismo más profundo de superar en la vida, es el que existe entre la mente y el corazón. 
Debo cambiar los criterio aplicados a la forma de relacionarme, pues están muy impregnados del espíritu del dios de este mundo, que son la puerta cerrada por la autosuficiencia, descubriendo que aplico a los demás, el “control de calidad” antievangélico, pues descarta, desecha, y establece quienes no caben o sobran y es a ellos a quien Dios quiere recibir en su regazo, como a Lázaro. 
Desde la mirada de rico, pienso en los abismos que voy creando en mi servicio pastoral, hasta llegar a darme cuenta que son reflejo del Dios en el que yo creo y en definitiva mi manera de ser se revela en mi manera de obrar. Llueven recuerdos de las veces en que Jesús les cantó las cuarenta a los fariseos, superando el abismo del “qué dirán”, para defender a los pecadores a quienes ellos consideraban “de segunda selección” y así mostrarles el rostro tierno y misericordioso de su Padre. 
La puerta sirve para mostrar la riqueza del hombre y para hacer de barrera para visitantes no queridos – aislando al hombre rico en su vida de ficción, de las realidades duras del mundo al otro lado de su puerta-. 
Hoy la puerta podría ser la pantalla de la televisión que al rico le sirve para pensar que “La ficción supera la realidad”, mientras Lázaro sabe que: “La realidad supera la ficción”. 
La puerta también simboliza la distancia que separa a Lázaro del mundo de este hombre rico. Lázaro no tiene puerta – ni siquiera tiene una casa. Echado frente a la puerta del hombre rico, pocos metros físicos le separan a él de la casa del rico, pero el mundo del hombre rico no es más accesible para el pobre, que la luna. ¿Cómo ha de sentirse Lázaro al ser tan pobre rodeado de tanta riqueza? Hoy, riqueza y pobreza a menudo coexisten en proximidades cercanas, permitiendo que el diablo siembre resentimiento en gente que no tiene dinero ni esperanza. 
Existe la posibilidad que el hombre rico sea consciente de que Lázaro está a su puerta, pero no hace nada para ayudar y hasta puede considerar que es caritativo solo por no haberlo echado a la fuerza de su propiedad. 
(v. 21) -Agrega Jesús que “Lázaro hubiera deseado las sobras de la mesa del rico”. Vale aclarar que en tiempo de Jesús, en los banquetes de los ricos, no usaban servilletas para limpiarse las sobras de comida, simplemente tomaban pedazos de pan para hacerlo y luego lo arrojaban. Esto le da verdadera gravedad a la situación.  Vemos en nuestra ciudad a personas revisando la basura de lujosos restaurantes para llenar sus vientres y llevar sustento a sus hijos. 
¿Cuántos padres, ya ancianos se conformarían con un beso, un te quiero, una visita de sus hijos o nietos? 
¿Cuántos enfermos, en hogares, hospitales o psiquiátricos se darían por satisfechos, con una visita de su pastor, aunque durara lo que dura una “visita de médico”? 
¿Cuánta gente anónima que pasa a nuestro lado, un chofer, un taxista, una cajera, se conformarían con un sociable “Buen día, buenas tardes o buenas noches”, pues llenaría de nueva luz su oscura jornada? 
Veo en esas migajas, pequeña semilla de mostaza, de las que habla Jesús y en ellas, a los simples detalles: una llamada de teléfono, un feliz cumpleaños, una sonrisa, un educado: gracias, permiso o perdón, que con tanta facilidad hemos olvidado su valor y eficacia, reconociendo que esto bastaría para cambiar la vida de un pobre Lázaro. 
¿Cuántas veces los hijos, se llenarían de alegría con las migajas que caen del activismo de sus modernos padres, para solventar los banquetes del consumo? 


RELATO 1 PAPÁ: ¿CUANTO GANAS POR HORA? 


Con voz tímida y ojos llenos de expectativa, el pequeño hijo recibió a su padre al volver éste del trabajo y le preguntó: "Papito, ¿cuánto ganas por hora?" 
El Padre con gesto severo le respondió:  "Oye, hijo esas cosas ni a tu madre se las digo y ya no me molestes que vengo muy cansado del trabajo". 
Pero el niño insistió:  - "Pero papito, dime por favor cuánto ganas por hora". 
La reacción del Padre fue menos severa y respondió:  - "Gano solamente $20 por hora". 
El niño volvió a preguntar:  - "Papito, ¿me puedes prestar $10?" 
El Padre se enojó y con mucha brusquedad le dijo:  - ¡Así que esa es la razón de saber cuánto gano por hora! “Vete, ya deberías de estar durmiendo y no molestándome, muchacho aprovechador" 
Un poco después, el padre reflexionó sobre lo acontecido, se sentía culpable y no podía ver su programa de televisión tranquilo. 
El padre pensaba que quizás su hijo quería el dinero para comprar algo de mucho interés para él, por lo que queriendo descargar su conciencia se levantó del sofá y fue hacia el cuarto del pequeño niño y en voz muy baja le preguntó:  - "¿Duermes hijito?" 
- No papito respondió el pequeño. 
- "Escucha hijo, aquí tienes los $10 que me pediste. 
- "¡Gracias papito!" dijo el niño metiendo sus manitas debajo de la almohada y sacando otros $10. 
Entonces le dijo:  - "¡Papito ahora sí estoy muy feliz ya completé $20!" 
"Bien hijo, ahora dime, ¿para qué quieres esos $20? 
- "PAPITO ¿ME PODRÍAS VENDER UNA HORA DE TU TIEMPO?” 
"El amor verdadero no puede tener exigencias, ni chantajes y más que nada, negociación." 
(v. 21) -Cuenta Jesús otro detalle: “a Lázaro los perros le lamían las llagas”. 
¿Cuántas veces las personas, se ven obligadas a buscar, en una mascota, que les lama sus heridas y desengaños de soledad y conformarse con “el perro es el mejor amigo del hombre”? 
En honor a la verdad histórica, es necesario aclarar que en tiempos de Jesús, los perros, a diferencia de nuestra cultura, eran considerados animales impuros y por tanto despreciables, esto agrava la realidad de Lázaro que no podía librarse de ellos, pues nadie los espantaba. Ahora le presto una analogía a Jesús, para que entendamos que pretendía decir: “hasta las moscas se le posaban en sus heridas para poner sus queresas”. Recordé la recomendación de 1Ped. 5, 8: “Estén siempre alerta, pues el diablo, como león hambriento, ronda buscando a quien devorar” y pensé también es como las moscas cargosas que buscan heridas donde colocar queresas de odio, rencor, resentimiento, falta de estima y así infectar nuestras relaciones. 
Pienso en tantas niñas, jóvenes o adultos que no se pueden librar del flagelo del paco, la droga, el alcohol, la bulimia y anorexia, flagelos en los que caen por su soledad, falta de valoración o estima. Se les arriman, sin que nadie los espante, como engaños para aplacar sus llagas, y así sumarles infección, a sus primitivas heridas afectivas. 

En honor a la verdad con respecto a las mascotas y especialmente a los perros, nos hemos ido a tal extremo en esta sociedad carente de afecto humano, que frente al privilegio que tienen éstos animalitos hoy día: casa, comida, mantitas, peluquería, guardería, cementerios, etc. más de un Lázaro quisiera llevar “Vida de perros”.  (v. 22) -“Lázaro muere y es llevado al cielo”, directamente, sin ser sepultado. En esa cultura, un entierro apropiado se consideraba algo muy importante. No ser enterrado como es debido sería la última indignidad para una vida llena de indignidad. 
El hombre rico muere y es enterrado, seguramente con gran pompa y ceremonia. 

RELATO 2 TRES ÚLTIMOS DESEOS DE ALEJANDRO EL GRANDE 


Encontrándose al borde de la muerte, el Emperador convocó a sus generales y les comunicó sus tres últimos deseos: 
1 - Que su ataúd fuese llevado en hombros y transportado por los mejores médicos de la época.  2 - Que los tesoros que había conquistado (plata, oro, piedras preciosas), fueran esparcidos por el camino hasta su tumba.  3 - Que sus manos quedaran balanceándose en el aire, fuera del ataúd, y a la vista de todos. 
Uno de sus generales, asombrado por tan insólitos deseos, le preguntó al Emperador ¿cuáles eran sus razones? 
Alejandro le explicó:  1 - Quiero que los más eminentes médicos carguen mi ataúd para mostrar que ellos no tienen, ante la muerte, el poder de curar.  2 - Quiero que el suelo sea cubierto por mis tesoros para que todos puedan ver que los bienes materiales aquí conquistados, aquí permanecen.  3 - Quiero que mis manos se balanceen al viento, para que las personas puedan ver que venimos con las manos vacías, y con las manos vacías partimos, cuando se nos termina el más valioso tesoro que es el tiempo.  Al morir nada material te llevas, aunque creo que las buenas acciones son una especie de cheques de viajero. 
"El Tiempo" es el tesoro más valioso que tenemos porque es limitado.  Podemos producir más dinero, pero no más tiempo.  Cuando le dedicamos tiempo a una persona, le estamos entregando una porción de nuestra vida que nunca podremos recuperar, nuestro tiempo es nuestra vida.  EL mejor regalo que le puedes dar a alguien es tu tiempo y siempre se le regala a la familia, a alguien especial o a alguien Necesitado. 
El pobre muere antes del rico. Esto es un aviso para los ricos. Hasta que el pobre está a la puerta, todavía hay salvación para los ricos. Pero después de que el pobre muere, muere también el único instrumento de salvación para los ricos. Ahora, el pobre está en el seno de Abrahán. El seno de Abrahán es la fuente de vida, de donde nació el pueblo de Dios. Lázaro, el pobre, forma parte del pueblo de Abrahán, del cual era excluido cuando estaba ante la puerta del rico. El rico que piensa ser hijo de Abrahán no va a estar en el seno de Abrahán. 
Lázaro murió, como ya vimos, no aparece ninguna mención de su entierro. El rico, al que no lleva nombre, “en cambio es sepultado”. ¿Qué detalle extraño?, siempre me enseñaron que todos cuando morimos, nuestro cuerpo es sepultado, pero el alma va directo a la otra vida. Este detalle se parece a lo que sucede en una misma persona, al alma (Lázaro) y el cuerpo (rico), el corazón y la mente, las pasiones, con su desenfrenada búsqueda de placer y el corazón, con sus anhelos de bondad, resonando en mí el consejo de Jesús: “Estén despiertos y oren, para no caer en tentación, pues el espíritu está dispuesto, pero la carne en débil” (Mc. 14, 38). El hombre espiritual u hombre nuevo y el hombre carnal u hombre viejo. Es aquello de lo que habla Pablo en Rm. 8, 8-11. 
Lo que parecemos o aparentamos (rico) y quienes somos en realidad (Lázaro). El esfuerzo por mostrar y mantener una imagen y lo que en realidad somos en la intimidad de nuestra intensa soledad. No pretendo caer en una interpretación maniqueísta. Podemos leer Mt. 23 donde Jesús denuncia la hipocresía del piadoso.  (v.23) -“Estando en el infierno”: busqué sinónimos de infierno y encontré: gehena (quema, basural), averno, seol (morada de muertos), abismo, tinieblas, caos, tormento, etc. Muchas son las veces en que la vida para algunos, se ha vuelto un infierno, y debemos reconocer que no hace falta morirse para experimentarlo en vida. Una crisis, una enfermedad, con el fuego de la Angustia, Depresión, Desesperanza, “No aguanto más”. Pienso en las situaciones en que decimos “Es un infierno” y para peor, nada de lo que poseemos nos sirve. 
Una simple enfermedad, un simple problema, nos hacen entrar en crisis, para hacernos reconocer que lo más importante en la vida, es el amor, los afectos, de los que nos hemos pasado la vida huyendo o silenciando (ropa) y como el rico nos conformaríamos con “el extremo de un dedo que nos toque”, “Padre Abraham, ten piedad de mí, y manda a Lázaro que moje en agua la punta de su dedo y me refresque la lengua, porque me atormentan estas llamas” (v. 24), pero se mantiene el abismo que hemos establecido, y lo peor aún si decidimos que ya es tarde. 

RELATO 3 EL PADRE NO DESISTE 


Había un hombre muy rico que poseía muchos bienes, una gran estancia, mucho ganado, varios empleados, y un único hijo, su heredero.  Lo que más le gustaba al hijo era hacer fiestas, estar con sus amigos y ser adulado por ellos. 
Su padre siempre le advertía que sus amigos sólo estarían a su lado mientras él tuviese algo que ofrecerles; después, le abandonarían. Cuando todo te va bien, tus amigos te conocen, pero cuando todo te va mal, tú conoces a tus amigos. 
Un día, el viejo padre, ya avanzado en edad, dijo a sus empleados que le construyeran un pequeño establo. Dentro, el propio padre preparó una horca y, junto a ella, una placa con algo escrito:  “Para Que Nunca Desprecies Las Palabras De Tu Padre” 
Más tarde, llamó a su hijo, lo llevó hasta el establo y le dijo:  Hijo mío, yo ya estoy viejo y, cuando me vaya, tú te encargarás de todo lo que es mío. Y yo sé cual será tu futuro. Vas a dejar la estancia en manos de los empleados y vas a gastar todo el dinero con tus amigos. Venderás todos los bienes para sustentarte y, cuando no tengas más nada, te quedarás sólo, pues tus amigos se apartarán de ti.  Sólo entonces te arrepentirás amargamente por no haberme escuchado. Fue por esto que construí esta horca. ¡Ella es para ti!  Quiero que me prometas que, si sucede lo que yo te dije, y decides terminar con tu vida, sólo te ahorcarás en ella. 
El joven se rió, pensó que era un absurdo, pero para no contradecir a su padre le prometió que así lo haría, pensando que eso jamás sucedería.  El tiempo pasó, el padre murió, y su hijo se encargó de todo, y así como su padre había previsto, el joven gastó todo, vendió los bienes, perdió sus amigos y hasta la propia dignidad.  Desesperado y afligido, comenzó a reflexionar sobre su vida y vio que había sido un tonto. Se acordó de las palabras de su padre y comenzó a decir:  Ah, padre mío. Si yo hubiese escuchado tus consejos. Pero ahora es demasiado tarde. 
Apesadumbrado, el joven levantó la vista y vio el establo. Con pasos lentos, se dirigió hasta allá y entrando, vio la horca y la placa llenas de polvo, y entonces pensó:  Yo nunca seguí las palabras de mi padre, no pude alegrarle cuando estaba vivo, pero al menos esta vez haré su voluntad. Voy a cumplir mi promesa. No me queda nada más.  Entonces, él subió los escalones y se colocó la cuerda en el cuello, y pensó: “Ah, si yo tuviese una nueva oportunidad”.  Entonces, se tiró desde lo alto y, por un instante, sintió que la cuerda apretaba su garganta. Era el fin. 
Sin embargo, el brazo de la horca era hueco y se quebró fácilmente, cayendo el joven al piso. Sobre él cayeron joyas, esmeraldas, perlas, rubíes, zafiros y brillantes, muchos brillantes.  La horca estaba llena de piedras preciosas. Entre lo que cayó encontró una nota. En ella estaba escrito:  ¡Dios te ama y arrepentido, vuelve a empezar! ¡Esta es la nueva oportunidad que te da, no la desaproveches!  ¡Te amo mucho! Tu viejo padre. 
Moraleja:  Dios es exactamente así con nosotros. Cuando te arrepientes, puedes ir hasta Él. El siempre nos da una nueva oportunidad.  Reconoce que cuando tocas fondo, la única salida es para arriba. 
Sorprende el arranque de solidaridad del rico manifestada en una súbita preocupación por sus familia: “Entonces te ruego, padre Abraham, que envíes a Lázaro a la casa de mi padre, a mis cinco hermanos: que vaya a darles su testimonio para que no vengan también ellos a parar a este lugar de tormento” (vv. 27-28). ¡Quién sabe, nunca se preocupó por su familia! Es extraño pero la experiencia de dolor y sufrimiento, de golpe nos vuelven vulnerables y despiertan en nosotros la conciencia del otro. 
El rico habla de sus 5 hermanos, cuando en verdad tenía 6, pero uno no reconocido, Lázaro. 
El rico alza los ojos, en la otra vida, cuando nunca los bajó para mirar a Lázaro en ésta. Durante su vida, el hombre rico no dio ninguna pista de haber visto a Lázaro. El rico puede decir: “ojos que no ven, corazón que no siente”. 
Ambos tienen a Abraham, como Padre, es decir ambos son católicos, pero el rico en su autosuficiencia, no vivió el “Padrenuestro” que rezaba todos los días, sino el “Padremio”. “Como puede amar a Dios, a quien no ve, el que no ama a su hermano a quien ve” (1Jn. 4,20). 
Impacta recordar aquella afirmación de Jesús: “Aquel día muchos me dirán: ¡Señor, Señor!, hemos hablado en tu nombre, y en tu nombre hemos expulsado demonios y realizado muchos milagros. Entonces yo les diré claramente: Nunca les conocí. ¡Aléjense de mí ustedes que hacen el mal!”(Mt. 7, 22-23). 
Es el pecado de omisión, que lo disfrazamos con un conocido pretexto: “Yo soy una buena persona, no mato, no robo, no le hago mal a nadie”, asumiendo una conducta pasiva de la fe, olvidando con facilidad la enseñanza de Jesús que nos invita a pasar a una conducta activa: “Todo lo que ustedes desearían de los demás, háganlo con ellos: ahí está toda la Ley y los Profetas” (Mt. 7, 12). 
El rico hace el mal por omisión: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, desnudo o forastero, enfermo o encarcelado, y no te ayudamos?” El Rey les responderá: “En verdad les digo: siempre que no lo hicieron con alguno de estos más pequeños, ustedes dejaron de hacérmelo a mí.” Y éstos irán a un suplicio eterno, y los buenos a la vida eterna.” (Mt. 25, 44-46). 
Recordemos otra de la parábola de Lc. 10, 30-37: “Bajaba un hombre por el camino de Jerusalén a Jericó y cayó en manos de unos bandidos, que lo despojaron hasta de sus ropas, lo golpearon y se marcharon dejándolo medio muerto. Por casualidad bajaba por ese camino un sacerdote; lo vio, dio un rodeo y pasó de largo. Lo mismo hizo un levita que llegó a ese lugar: lo vio, dio un rodeo y pasó de largo”. 
Tres detalles en esta parte:  1- “Bajaba un hombre por el camino de Jerusalén a Jericó”, sabemos que este hombre venía en bajada, de Dios (Jerusalén) al pecado (Jericó), por eso es golpeado y saqueado, en definitiva, pensarán el sacerdote y el levita: “se merece lo que le pasó”.  2- “Por casualidad bajaba por ese camino un sacerdote”, la casualidad es el pseudónimo con el que Dios firma, cuando no quiere figurar, pero el sacerdote: obispo, cura, diácono, consagrado/a, no pensó en esto, por el contrario, usando la lógica de la auto justificación, se dijo: “eso le pasa por alejarse de Dios, si se hubiese quedado en Jerusalén, no le hubiese pasado”.  3- “Lo mismo hizo un levita”, el levita, era la casta de laicos que servían en el templo, es decir la mano derecha del cura, supuestamente el más comprometido, el que forma parte del “elenco estable parroquial”, el que reclama que lo “clericalicen”. El típico laico levita, le-evita al compromiso, le-evita a la madurez evangélica, le-evita a toda conversión personal o pastoral, levita en el clericalismo o espiritualismo desencarnado, que lo único que demuestra que frente a Lázaro, “lo vio, dio un rodeo y pasó de largo”. 
En el final aparece un discípulo misionero: “Un samaritano también pasó por aquel camino y lo vio; pero éste se compadeció de él. Se acercó, curó sus heridas con aceite y vino y se las vendó; después lo montó sobre el animal que traía, lo condujo a una posada y se encargó de cuidarlo. Al día siguiente sacó dos monedas y se las dio al posadero diciéndole: “Cuídalo, y si gastas más, yo te lo pagaré a mi vuelta.” 
Jesús te pregunta: “Según tu parecer, ¿cuál de estos tres fue el prójimo del hombre que cayó en manos de los saqueadores?” Agregaría el Maestro: “saqueadores” piensa en aquellos a los que se le saquea la Esperanza, la dignidad, la fe, por medio del escándalo y no dudaríamos en responder: “El que se mostró compasivo con él.” Jesús, en palabras de Abraham dirá, “Hijo, recuerda que tú recibiste tus bienes durante la vida, mientras que Lázaro recibió males”, por eso, “Vete y haz tú lo mismo”. 
Dice con palabras de Isaías 58, 6-11 “¿No sabes cuál es el culto que me agrada? Romper las cadenas injustas, desatar las amarras del yugo, dejar libres a los oprimidos y romper toda clase de yugo. Compartirás tu pan con el hambriento, los pobres encuentren en ti un refugio, vestirás al que veas desnudo y no volverás la espalda a tu hermano”. 
Con sinceridad podemos decirle que también nosotros nos sentimos heridos y lastimados, ¿cómo vamos a curar a otros?, y en el versículo siguiente nos responde: “Entonces tu luz surgirá como la aurora y tus heridas sanarán rápidamente. Tu recto obrar marchará delante de ti y la protección de Dios, te seguirá por detrás. Entonces, si llamas a Dios, responderá. Cuando le grites pidiendo ayuda, dirá: “Aquí estoy”. Si en tu casa no hay más gente maltratada, si apartas el gesto amenazante y las palabras perversas; si das al hambriento lo que deseas para ti y ayudas a los que sufren, brillará tu luz en las tinieblas, y tu oscuridad se volverá como la claridad del mediodía. Dios te confortará en cada momento, en los lugares desérticos te saciará. El rejuvenecerá tus huesos y serás como jardín regado, cual manantial de agua inagotable”. 
Después de ésta palabra entendí la respuesta de Abraham: “Tienen a Moisés y a los profetas: que los escuchen.” (v. 29), tenemos la Biblia y no la leemos, solo la escuchamos en la liturgia, quemamos nuestras pestañas en muchas otras literaturas, pero no lo hacemos con el Evangelio. Debemos aprender de nuestros hermanos evangélicos en ésta materia fundamental. 
Una enseñanza de Santiago nos dice: “Pongan por obra lo que dice la Palabra y no se conformen con oírla, pues se engañarían a sí mismos. El que escucha la palabra y no la practica es como aquel hombre que se miraba en el espejo, pero apenas se miraba, se va y se olvidaba de cómo era. Todo lo contrario el que fija su atención en la Palabra perfecta de la libertad y persevera en ella, no como oyente olvidadizo, sino como celoso discípulo; éste será dichoso al obedecerla” (St. 1, 22-25). 
El rico nunca le dirigió la palabra a Lázaro, ni aún en la otra vida, que decidió hablar directamente con Abraham, para que lo enviara, como si fuera alguien de inferior condición (siervo). Aún ahora, ve a Lázaro como una figura subordinada, algo que observa solo en su periferia. Los orgullosos no se dirigen a los súbditos para pedir, sino ordenar. 
¿Cuál es el trato que damos a los pobres? ¿Tienen un nombre para nosotros? En las actitudes que tomo en la vida, ¿soy percibido como Lázaro o como el rico? 
El rico pide que envíe a Lázaro a refrescar con la punta de su dedo, la lengua, y San Juan Crisóstomo dirá: “También su lengua había hablado muchas palabras soberbias y donde hay pecado allí hay pena, y porque pecó mucho con la lengua, fue más atormentado en ella”. 
Para entender el significado de la lengua, es suficiente leer a Santiago: “Así también la lengua es algo pequeño, pero puede mucho; vean cómo una llama que devora bosques. La lengua es un fuego, y es un mundo de maldad; rige nuestro organismo y mancha a toda la persona: el fuego de la gehena se mete en ella y lo transmite a toda nuestra vida. Animales salvajes y pájaros, reptiles y animales marinos de toda clase han sido y de hecho son dominados por la raza humana. Pero nadie ha sido capaz de dominar la lengua. Es un azote que no se puede detener, un derrame de veneno mortal. Con ella bendecimos a nuestro Señor y Padre y con ella maldecimos a los hombres, hechos a imagen de Dios. De la misma boca salen la bendición y la maldición.” (3, 5-10) 


RELATO 4 HISTORIA DEL TRIPLE FILTRO 


En la antigua Grecia, Sócrates fue famoso por su sabiduría y por el gran respeto que profesaba a todos. A él se le atribuye la siguiente anécdota... 
Un día un conocido se encontró con el gran filósofo y le dijo:  - ¿Sabes lo que escuché acerca de tu amigo?  - Espera un minuto -replicó Sócrates-.  Antes de decirme nada quisiera que pasaras un pequeño examen. Yo lo llamo el examen del triple filtro. 
- ¿Triple filtro? 
- Correcto -continuó Sócrates-. Antes de que hables sobre mi amigo, puede ser una buena idea filtrar tres veces lo que vas a decir. Es por eso que lo llamo el examen del triple filtro.  - El primer filtro es la “verdad”. ¿Estás absolutamente seguro de que lo que vas a decirme es cierto?  - No -dijo el hombre-, realmente solo escuché sobre eso y... Bien -dijo Sócrates- , entonces realmente no sabes si es cierto o no. 
Ahora permíteme aplicar el segundo filtro, el filtro de la “bondad”. ¿Es algo bueno lo que vas a decirme de mi amigo?  - No, por el contrario...  - Entonces, deseas decirme algo malo sobre él, pero no estás seguro de que sea cierto. 
Pero podría querer escucharlo porque queda un filtro: el filtro de la “utilidad”. ¿Me servirá de algo saber lo que vas a decir de mi amigo?  - No, la verdad que no. Bien -concluyó Sócrates-, si lo que deseas decirme no es cierto, ni bueno, e incluso no me es útil, ¿para qué querría yo saberlo?  El conocido, se quedó pensativo y avergonzado. 
Sócrates concluyó:  -Ese sentimiento que sientes por cada comentario que anda dando vuelta ¿Es totalmente verdad? ¿Te es bueno recordarlo? ¿Te es útil saberlo? 
¡Piensa entonces si vale la pena depender de ellos! 
El rico sin nombre es religioso, ya que reconoce a Abrahán y le llama Padre. Abrahán responde y le llama hijo. Esta palabra de Abrahán, en realidad, está siendo dirigida a todos los ricos actuales. En cuanto están vivos, ellos tienen aún la posibilidad de volverse hijos, hijas de Abrahán, si supieran abrir la puerta a Lázaro, el pobre, el único que en nombre de Dios puede ayudarlos. La salvación para el rico no es que Lázaro le traiga una gota para refrescar su lengua, sino que él, el rico, abra al pobre la puerta cerrada y así llene el gran abismo. “No diga que tienen a Abraham por padre” (Mt. 3, 9). 
Por lo visto el rico conocía a Moisés y a los Profetas, pero había pasado por alto algunas recomendaciones de éstos:  ─ No han de maltratar desconocidos, viudas, o huérfanos (Ex. 22:21-22, 23:9; Lev. 19:33; Deut. 24:17-18). ─ Han de dejar cosas para los pobres (Lev. 19:9-10; 23:22).  ─ Han de traer diezmos para apoyar extranjeros, desconocidos, aquéllos sin padre, y viudas (Deut. 14:28-29; 26:12-15).  ─ Han de cancelar todas las deudas cada séptimo año y abrir las manos a los necesitados (Deut. 15:1-11).  ─ Han de incluir desconocidos, huérfanos, y viudas en sus celebraciones (Deut. 16:9-15).  ─ Han de observar justicia (Is. 5:7-10; Miq. 3:1-3).  ─ Han de luchar por aquéllos sin padre y defender los derechos de los pobres (Jer. 5:25-29).  ─ Se les advierte contra el uso de pesas deshonestas (Os. 12:7-9) y contra el aprovecharse de los vulnerables (Am. 2:6-8; Mal. 3:5).  ─ No han de explotar a los trabajadores (Is. 58:3).  San Juan Crisóstomo decía: “Pero dirás: ¿Y no habrá alguno que alcance gracia aquí y allí? Esto es difícil y pertenece al número de los imposibles, porque cuando la pobreza no aflige, aflige la ambición; si la enfermedad no estimula, inflama la ira; y si las tentaciones no asedian, asaltan muchas veces los malos pensamientos. No es pequeño trabajo refrenar la ira, contener los deseos ilícitos, templar las manifestaciones de la vanagloria, cohibir el fausto o la soberbia y llevar una vida austera. Imposible es, pues, que se salve el que no haga todo esto” 
Podemos dar por hecho que estos hombres, los 5 hermanos del rico han estudiado las escrituras desde su niñez, hicieron catequesis, fueron a misa, eran miembros de un grupo parroquial, rezan antes de ira a dormir, etc. Pero Abraham sabe que si no escuchan, es decir prestan atención a la Palabra de Dios, no escucharán la palabra de un hombre que solo conocen como mendigo – aún si regresa de la muerte para avisarles. 
La tercera conversación "No, padre, si alguien entre los muertos les avisa de algo, ellos se van a arrepentir." El rico reconoce que esté equivocado, pues habla de arrepentimiento, cosa que durante la vida no sintió nunca. El quiere un milagro, ¡una resurrección! Pero este tipo de resurrección no existe. La única resurrección es la de Jesús. Jesús resucitado viene hasta nosotros en la persona del pobre, de los que no tienen derechos, de los sin tierra, de los hambrientos, de los sin techo, de los que no tienen salud. Jesús resucitado se esconde en el pobre, para ser reconocido, como le pasó a Maria Magdalena junto al sepulcro (Jn. 20, 14-15). 
A Jesús le preguntaron ¿cuáles serán sus rostros? -“Entonces los justos dirán: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te dimos de comer, o sediento y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos forastero y te recibimos, o sin ropa y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte? El Rey responderá: “En verdad les digo que, cuando lo hicieron con alguno de los más pequeños de estos mis hermanos, me lo hicieron a mí.” (Mt 25,37-40). 
En su respuesta final, Abrahán es breve y contundente: "Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se convencerán aunque un muerto resucite.” 
Lucas escribe este Evangelio muchos años después de la resurrección de Jesús. Ha visto líderes judíos reaccionar a la resurrección de otro Lázaro, tramando para matar a Jesús (Jn. 11:1-53). Ha visto que, aunque Jesús resucitó de la muerte, gente todavía se niega a creer. Los que se niegan a escuchar la llamada de Moisés y los profetas para que no descuide, o mejor, cuiden a los necesitados y vulnerables son los mismos que mataron a Jesús – y que continúan hoy, desacreditando a la iglesia a pesar de su resurrección. 
La llave para entender el sentido de la Biblia es el pobre Lázaro, sentado a la puerta. Dios viene a nosotros en la persona del pobre, sentado a nuestra puerta, para ayudarnos a llenar el abismo insondable que los ricos creamos. Lázaro es también Jesús, el Mesías pobre y siervo, que no fue aceptado, pero cuya muerte cambió radicalmente todas las cosas. Es la luz de la muerte del pobre que lo cambia todo. El lugar del tormento es la situación de la persona sin Dios. Por más que el rico piense tener la religión y la fe, no hay forma de que pueda estar con Dios, pues no ha abierto la puerta al pobre, como hizo Zaqueo (Lc 19,1-10). 
El rico que nos presenta Jesús, en su farisea administración o es injusto o es heredero de injusticia. “háganse amigos con el dinero de la injusticia, para que el día en que este les falte, ellos los reciban en las moradas eternas” (Lc. 16, 9). Es quien en vez de “ganar el pan con el sudor de su frente”, consigue “el pan con el sudor del de enfrente”. 

Consideraciones del servicio: 


El miembro de caritas y el necesitado, ambos son Lázaro, es decir están heridos, por eso el servidor de caritas debe tener las actitudes del Buen Samaritano: “Se acercó, curó sus heridas con aceite y vino y se las vendó; después lo montó sobre el animal que traía, lo condujo a una posada y se encargó de cuidarlo” (Lc 10, 34). 
Servir desde la propia experiencia sanada, ante el riesgo de servir “desde la herida”. 
Servimos en Caritas como Lázaro, es decir desde la experiencia de nuestras propias heridas, pero ya sanadas por Jesús, es decir servir desde la cicatriz. Mi propia experiencia me lleva a comprender al otro y desde ahí tender una mano para levantarlo, siendo testigo del Jesús que me ha sanado, dejando en el testimonio personal, el espacio para que Él obre en su vida. Veo en el otro a Jesús, como si mirara a través un vidrio limpio, su la realidad. 

RELATO 8 UN BELLO CORAZÓN 


Un joven estaba en el centro de la ciudad, haciendo alarde de tener el corazón más bello del país. Muchos comprobaron que no había marcas de cicatrices, ni defecto alguno, y con admiración, reconocieron que aquél era el corazón más bello que hubiesen visto. El joven se sentía muy orgulloso de su corazón perfecto.
De repente, un anciano apareció frente a la multitud y dijo:  -“¿Por qué el corazón del joven no es tan bonito como el mío?" 
La multitud y el joven miraron hacia el corazón del anciano, que estaba latiendo con vigor, pero tenía muchas cicatrices. Tenía lugares en que se habían removido pedazos y colocado otros en su lugar, pero éstos no encajaban bien, mostrando desprolijas irregularidades. En ciertos puntos del corazón, faltaban pedazos, mostrando huecos. 
El joven, al ver el corazón del anciano, dijo:  -“Usted debe estar bromeando... Compare nuestros corazones. ¡El mío está perfecto, intacto y el suyo es una mezcla de cicatrices y agujeros!" 
-“¡Así es! – dijo el anciano. A primera vista, tu corazón parece perfecto, pero yo no cambiaría el mío por el tuyo."  “Mira, cada cicatriz que hay en el mío, representa una persona a la cuál le dí mi Amor. Tomé un pedazo de mi corazón y se lo dí a cada una de esas personas que amé.  Muchas de ellas me dieron también un pedazo de su propio corazón para que lo pusiera en el mío, pero, como el amor no es igualmente recíproco no eran exactamente iguales, posee irregularidades. Pero yo los quiero, porque me traen recuerdos del Amor que compartimos.  Algunas veces, di pedazos de mi corazón a quien no me retribuyó. Por eso, tiene agujeros que duelen. Permanecen abiertos, recordándome el Amor que sentí por esas personas... Espero que un día ellas puedan corresponder a otros, llenando ese vacío.  ¿Qué te parece, joven? ¿Ahora entiendes en qué consiste la verdadera belleza?  Ésta es tu oportunidad de quitarte un pedazo de corazón y dárselo a las personas que quieres, o no hacerlo, y dejar tu corazón intacto, pero triste...” 
El joven se quedó callado y las lágrimas rodaron por su rostro. Se aproximó y arrancando un trozo de su perfecto y virgen corazón, se lo ofreció al anciano, quien retribuyó el gesto. El joven miró su propio corazón, que ya no era perfecto como antes, sino más bello que nunca.  El anciano le mostró un hueco especial, aclarándole que era un defecto de fábrica, pues descubrió por experiencia, que ese vacío solo lo puede llenar Dios. 
Los dos se abrazaron y se fueron Juntos, reconociendo que es triste pasar la vida con el corazón intacto.... 
Servir “desde la herida”, sería intentar servirme del otro para hacer justicia por mano propia. A diferencia de servir desde la cicatriz, el vidrio se convierte en espejo, viendo mi propia imagen reflejada. Estaría sirviendo desde el resentimiento, pretendiendo hacer por el otro lo que no hicieron por mí. Nuestro país está lleno de heridas abiertas y desde ahí se invoque la justicia, como pretexto para la Venganza. 
La misma herida que nos provoca compasión, es la misma que luego de un tiempo, nos causa hastío. Esto puede ser a causa de no saber tratar al otro con paciencia o por tocar la herida del otro y provocar que reaccione. 
Hay heridas que se curan tocándolas con severidad, otras con suavidad y otras sólo soplando con ternura sobre ellas. 
Recordemos que dentro de cada herida, ya pasó la mosca, depositando odio, rencor, bronca, es decir que están infectadas. Hay que desinfectarlas, es decir debe salir a relucir esa infección, es ahí que se necesita amorosa paciencia, para no tomarnos la reacción del otro como algo personal, sino como parte del proceso sanador. 
Esto mismo puede sucederle a un servidor, que ante una actitud de un necesitado, reacciona de forma desproporcionada, pues simplemente toco una herida en el. Es así que el Buen Jesús, se sirve de nuestro servicio para mostrarnos que herida quiere curar. Cuánto más reaccionamos, tanto más profunda e infectada por la mosca está esa herida a sanar. 
Mi servicio refleja una “Iglesia de ricos”, pastoral conservacionista, o una “Iglesia de Lázaros”, discípulos misioneros. Sirvo desde mi limitación, pobreza o desde mi autosuficiencia, perfeccionismo. 

RELATO 5 VASIJA AGRIETADA 


Un cargador de agua de la India tenía dos grandes vasijas que colgaban a los extremos de un palo y que llevaba encima de los hombros. Una de las vasijas tenía varias grietas, mientras que la otra era perfecta y conservaba toda el agua al final del largo camino a pie, desde el arroyo hasta la casa de su patrón, pero cuando llegaba, la vasija rota solo tenía la mitad del agua. 
Durante dos años completos esto fue así diariamente, desde luego la vasija perfecta estaba muy orgullosa de sus logros, pues se sabía perfecta para los fines para los que fue creada. Pero la pobre vasija agrietada estaba muy avergonzada de su propia imperfección y se sentía miserable porque solo podía hacer la mitad de todo lo que se suponía que era su obligación. 
Después de dos años, la tinaja quebrada le habló al aguador diciéndole: "Estoy avergonzada y me quiero disculpar contigo porque debido a mis grietas solo puedes entregar la mitad de mi carga y solo obtienes la mitad del valor que deberías recibir." 
El aguador apesadumbrado, le dijo compasivamente:  "Cuando regresemos a la casa quiero que notes las bellísimas flores que crecen a lo largo del camino." Así lo hizo la tinaja. Y en efecto vio muchísimas flores hermosas a lo largo del trayecto, pero de todos modos se sintió apenada porque al final, sólo quedaba dentro de sí la mitad del agua que debía llevar. 
El aguador le dijo entonces:  "¿Te diste cuenta de que las flores sólo crecen en tu lado del camino?  Siempre he sabido de tus grietas y quise sacar el lado positivo de ello. Sembré semillas de flores a todo lo largo del camino por donde vas y todos los días las has regado y por dos años yo he podido recoger estas flores para decorar el altar de mi Madre. Si no fueras exactamente como eres, con todo y tus defectos, no hubiera sido posible crear esta belleza." 

MORALEJA: 


Cada uno de nosotros tiene sus propias grietas. Todos somos vasijas agrietadas, pero debemos saber que siempre existe la posibilidad de aprovechar las grietas para obtener buenos resultados.  Dios se servirá de todo en tu vida, de tus perfecciones y de tus debilidades no queridas, para bien.  Uno no deja de reír por hacerse viejo, se hace viejo por dejar de reír. 
Queremos hacer mención en este año sacerdotal a todos los curas, que caminando con su herida humanidad, sirven “llevando el Tesoro en vasijas de barro” (2Cor, 4, 7). 
Relatar historia:  ESOS HOMBRES (Relato 6) o EL PAPA Y EL MENDIGO (Relato 7)  -Reflexión sobre 2Cor. 12, 7-10 anexo1 

RELATO 6 ESOS HOMBRES 


ESOS HOMBRES que subimos solos los altares, bajamos con todos a la calle y a las plazas.  SOMOS ESOS HOMBRES que para algunos, somos los que siempre tenemos la razón.  Y que, para otros, somos los que tenemos la culpa de todo.  Y, en realidad no somos más que…ESOS HOMBRES. 
SOMOS ESOS HOMBRES que nos metimos en un lío descomunal de querer continuar nada menos que la obra de Cristo y claro… tantas veces lo hacemos mal.  Porque no somos Cristo, sino solamente… ESOS HOMBRES. 
SOMOS ESOS HOMBRES que nos hemos metido a redentores y a quienes el pueblo, aún el cristiano, sigue crucificando como a Cristo. Ciertamente con más motivo.  Porque no somos Cristo, sino solamente… ESOS HOMBRES.  SOLAMENTE ESOS HOMBRES que no hemos bajado del cielo y que hemos nacido con tantos defectos como los demás hombres, pero que, con más buena voluntad que acierto en muchas casos, nos hemos metido a ejercer un oficio que es más que para hombres. 
SOMOS UNOS HOMBRES que hemos renunciado a tener una esposa, un hogar y unos hijos propios y nos han puesto en los brazos todo el Pan y todo el Perdón de Dios.  Y no éramos, más que ESOS HOMBRES. 
SOMOS ESOS HOMBRES que nos hemos metido en un lío de enseñar a nuestros niños, aconsejar a nuestros grandes, consolar a nuestros apenados, perdonar y enderezar nuestros pecados, preparar a nuestros moribundos, exigir perfección a nuestros cristianos… sabiendo que nosotros hacemos tantas cosas mal y que somos los primeros pecadores.  Sabiendo que no somos más que… ESOS HOMBRES. 
SOMOS ESOS HOMBRES que queremos pedirle perdón a los cristianos, a todos los hombres, por lo mal que manejamos las enormes y estupendas cosas de Dios… 
SOMOS ESOS HOMBRES que les pedimos que tengan un poco de paciencia con nosotros. Y que recen mucho siempre, pero especialmente hoy por nosotros.  PORQUE NO SOMOS MAS QUE ESOS HOMBRES. 
(Escrito tomado de la Iglesia San Benito Abad (Villanueva 905 Bs. As.), junto a la imagen del Cura de Ars) 

RELATO 7 EL PAPA Y EL MENDIGO 


Un sacerdote se disponía a rezar en una de las parroquias de Roma cuando, al entrar, se encontró con un mendigo que le llamó mucho la atención. Después de observarlo durante un momento, el sacerdote se dio cuenta de que conocía a aquel hombre. Era un compañero del seminario, ordenado sacerdote el mismo día que él. Ahora mendigaba por las calles. 
El cura, tras identificarse y saludarlo, escuchó de labios del mendigo cómo había perdido su fe y su vocación. Este quedó profundamente estremecido. 
Al día siguiente el sacerdote tenía la oportunidad de asistir a la Misa privada del Papa al que podría saludar al final de la celebración, como suele ser la costumbre. Al llegar su turno sintió el impulso de arrodillarse ante el Santo Padre y pedir que rezara por su antiguo compañero de seminario, y le describió brevemente la situación al Papa. 
Un día después el párroco recibió la invitación del Vaticano para cenar con el Papa, en la que se le solicitaba llevara consigo al mendigo de la parroquia. El sacerdote volvió a la parroquia y le comentó a su amigo el deseo del Papa. Una vez convencido el mendigo, lo llevó a la casa parroquial y le ofreció ropa y la oportunidad de asearse. 
Al día siguiente, ya en el Vaticano, después de la cena, el Papa indicó al sacerdote que los dejara solos, y pidió al mendigo que escuchara su confesión. El hombre, impresionado, le respondió que ya no era sacerdote, a lo que el Papa contestó: “una vez sacerdote, sacerdote siempre”. “Pero estoy fuera de mis facultades de presbítero”, insistió el mendigo. “Yo soy el obispo de Roma, me puedo encargar de eso”, dijo el Papa. 
El hombre escuchó la confesión del Santo Padre y le pidió a su vez que escuchara su propia confesión. Después de ella lloró amargamente. Al final, el Papa le preguntó en qué parroquia había estado mendigando, y lo designó asistente del párroco de la misma, y encargado de la atención a los mendigo 

RELATO “LA MUERTE Y EL AJEDREZ” 


Era una noche oscura y fría. Daniel bebía un café sentado en su sillón favorito en la sala de estudio de su casa.  Su familia dormía, mientras él reflexionaba sobre muchas cosas, tantas, que perdió la noción del tiempo.  Eran las tres de la mañana, llevó su taza vacía a la cocina, y abrió la heladera para prepararse algo de comer.  ¡Cuando cerró la puerta, vio junto a él a una figura muy conocida, pero nada apreciada… era la muerte! 
La espectral imagen le arrebató el sueño en un instante, lo miró fijamente y le dijo con voz tenue: -“¿Sabes a qué he venido?”  -El asintió con la cabeza y dijo: -“Sí, lo sé, ya es mi hora”.  -Confundida, la muerte preguntó a su víctima: -“¿No vas a llorar? ¡Todos lo hacen! se arrodillan, suplican, ruegan por otra oportunidad, juran que serán mejores; mientras que tú, aceptas mi llegada con resignación”. 
Temeroso aun y con un nudo en la garganta, Daniel respondió: -“¿De qué serviría? Nunca me darás otra oportunidad, tú solo haces tu trabajo”.  -“Tienes razón, yo solo hago mi trabajo”. 
-“¿Puedo despedirme de mi familia?” preguntó Daniel con la ligera esperanza de recibir un sí. –“Tú has dicho que solo hago mi trabajo, yo no decido la hora ni el lugar, mucho menos los detalles.” 
-“Lo siento”… dijo Daniel. 
-“No tienes que disculparte, poca gente piensa en su familia mientras está en vida pero al llegar este momento, todos piden lo mismo.” 
-“No lo entiendes, dijo Daniel con tono de reproche, yo perdí a mi padre cuando tenía 15 años, y mi sufrimiento fue grande… pero mi hija menor tiene tan solo 4, déjame decirle que la amo”.  -“Tuviste 4 años para decírselo, tuviste muchos días libres, muchos cumpleaños, fiestas, y otros momentos en que pudiste decirle a tu hija que la amas… pero ¿Por qué solo pensaste en tu hija?”  -“Mi hijo mayor no me creería, y mi esposa, bueno… a ella no creo que le interese si la amo o no. Nos hemos distanciado mucho. Pero mi niña, no hay día que entre por la puerta y no esté ahí para recibirme con un beso.” 
-“Deja de hablar, se hace tarde, -lo interrumpió la Muerte, pero… está bien ¿sabes? este momento hace que mucha gente haga conciencia de cómo vivió su vida. Lástima que lo hagan demasiado tarde.” 
Ambos salieron de la casa, un extraño tren aguardaba en la calle y lo abordaron. 
-“No todo es aburrido en el estado de muerte, no puedo decirte lo que pasará al llegar, pero te propongo que juguemos una partida de Ajedrez “para matar el tiempo”.  -Con sonrisa, y una lágrima Daniel le dijo: “¡que curioso! creí que no tenías sentido del humor…” 
El juego se inició. Daniel no se calmaba aunque comenzó ganando, consiguió un alfil y un caballo. Pero era obvio que eso no lo alegraba.  -La Muerte le preguntó: “¿A qué te dedicabas en vida?”  -“Soy… es decir, era, un simple empleado en una fábrica de calzado.”  -“¿Obrero?”  -“No, trabajaba en la administración.”  -“Ah… Supongo que te encargabas de ver si faltaba algún producto, o dinero.”  -“Sí, en parte así era.”  -“Hay algo que no entiendo…”  -“¿Qué es lo que no entiendes?”  -“¿Por qué ustedes teniendo tantas cosas buenas por hacer, se encierran en el trabajo, se olvidan de los sentimientos, no les importan los demás, se vuelven egoístas y violentos, pero cuando los visito yo, demuestran ternura, humildad, tristeza, miedo, e incluso lloran? ¿Por qué esperan a que llegue yo, si ya nada podrán hacer?” 
-“No lo sé”, respondió Daniel… 
-“En cambio, yo soy un simple “peón”, haciendo lo que debo hacer y nada más. Mientras ustedes son dueños de su propia vida, capaces de decidir qué harán con ella ¿y para qué? si su decisión más común es desperdiciarla viviendo sin manifestar cariño y amor…” 
-“Te creí más cruel”, comentó Daniel. 
-“¡Nada es lo que parece!” 
El silencio reinó por unos instantes mientras Daniel ponía en jaque a la muerte. 
-“Dime… ¿qué pensabas cuando te casaste?”  -“Pensaba en ser feliz, en formar una linda familia, en formar parte de la alta sociedad.” 
-“¿Y lo lograste?” 
-“Es broma ¿verdad? Me encontraste solo en la cocina, durante la madrugada, y te pedí despedirme de mi hija. Es obvio que no lo hice. Si hubiese mostrado más amor a mi familia, la solicitud de despedirme no hubiera sido necesaria.”  Ya las lágrimas se habían secado del rostro de Daniel y de pronto exclamó suavemente: -“¡Jaque Mate!” 
-La muerte sonrió y dijo: “¡Felicidades!” 
-Daniel suspiró y respondió: “Es una pena que no sirva de nada. No me importaba ganar, de todos modos ya estoy aquí… Un simple juego de ajedrez no aleja mi mente de mi familia, mis hijos, mi esposa...” 
Las lágrimas brotaron de nuevo en el rostro de Daniel y se lo cubrió con ambas manos. 
- Mientras él sollozaba, la Muerte exclamó: “¡llegamos!” 
Daniel intentó calmarse,

Comentarios

  1. Hola a todos, soy de EE. UU. Me siento tan bendecido nuevamente en mi matrimonio después de que el Doctor Ogun trajo a mi esposa que se separó conmigo durante 9 meses. Aunque tengo bocas en todo mi cuerpo, no será suficiente agradecerle al Doctor Ogun por su ayuda en mi vida. Mi esposa se separó conmigo durante 9 meses y he estado sufriendo dolores y agonía sin ella. Entonces, busqué ayuda en todas partes, pero nada funcionó hasta que me referí al Doctor Ogun, a quien contacté en línea. Le expliqué mi situación y él prometió que mi esposa se comunicaría conmigo dentro de los 7 días, hasta el punto en que mi corazón aún late por ella. Creí en él y preparó un hechizo para mí y mi esposa me llamó exactamente cuando dijo el doctor Ogun. Ella suplicó y dijo que me necesitaba de vuelta y ahora estamos viviendo felices de nuevo durante los últimos 3 meses. Todos los que estén leyendo mi artículo que necesiten ayuda deben contactarlo. Correo electrónico. Doctor Ogun solutiontemple01@gmail.com o WhatsApp +15034898675 por ayuda, es un hombre confiable

    Si estás por ahí pasando por algo de esto
    problemas enumerados a continuación, él también es perfecto
    (1) Si quieres recuperar a tu ex.
    (2) Si siempre tienes malos sueños.
    (3) Desea ser promovido en su oficina.
    (4) Quieres que las mujeres / hombres corran detrás de ti.
    (5) Si quieres un hijo.
    (6) Quieres ser rico.
    (7) Quiere atar a su esposo / esposa para que sea suyo para siempre.
    (8) Si necesita asistencia financiera.
    (9) Cuidado de hierbas
    (10) Ayuda para sacar a la gente de la cárcel
    (11) Hechizos de matrimonio
    (12) Hechizos milagrosos
    (13) ENCANTO DE PROFECÍA
    (14) Hechizos de atracción
    (15) Eliminar hechizos de enfermedad
    (16) ELECCIÓN DE HECHICOS GANADORES
    (17) ÉXITO EN LOS EXAMENES
    (18) Encanto para conseguir a quién amarte.
    (19) Hechizo de negocios.
    (20) Encuentra a tu familia perdida hace mucho tiempo.
    (21) Hechizo para problemas familiares
    (22) Problemas de casos judiciales
    (23) quedar embarazada
    Si necesita o desea información sobre hechizos de amor o dinero, puede resolver ese problema hoy en Ogun Spell Solution Temple.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Compartí tu opinión o reflexión personal en este espacio.
Si no tenés cuenta en Google tildá en Anónimo y enviános tu comentario.
Recordá suscribirte al blog así podrás recibir en tu correo las nuevas reflexiones que vamos publicando.
Gracias por tu visita. Bendiciones!

Entradas populares de este blog

“¡ANIMO, JESUS TE LLAMA!”

JESÚS Y LA SAMARITANA (Juan 4, 1-42).