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Mostrando entradas de abril, 2017

Diálogos para el Alma: “Habituados a la Indiferencia”

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Diálogos para el Alma: "Habituados a la Indiferencia" Hoy me detuve a reflexionar en: (Juan 5) sobre la curación de un paralítico que todos los días iba a buscar una bendición durante años y nunca superó su situación, hasta que "Jesús le dijo: Levántate, toma tu camilla y camina" (Juan 5,8). El relato me resultó tan impactante que se me ocurrió preguntarle al mismo protagonista ¿Qué fue lo que sucedió? Luego de un rato de espera, este protagonista me contó: - Yo, el hombre paralítico del estanque de Bethesda había escuchado con entusiasmo historias de Jesús sanando por toda la región. Imagina… "pueblo chico, infierno grande", todos contaban impresionantes historias de Jesús, pero yo no lo conocía personalmente. Me encontraba atrapado en mi enfermedad, diariamente esperaba un gesto de compasión, pero acostumbrado a la indiferencia. En ese momento no reconocí a Jesús. ¡Pero Él conocía todo sobre mí! El Señor llegó hasta mi vida, en medio de mi resignada mise

Bocado de Pascua: "Del Otro Lado de la Piedra"

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Bocado de Pascua: "Del Otro Lado de la Piedra" En esta Pascua me detuve frente al siguiente relato evangélico:  "José de Arimatea tomó el cuerpo de Jesús… y lo puso en un sepulcro nuevo de su propiedad que había hecho cavar en la roca. Luego hizo rodar una gran piedra a la entrada del sepulcro, y se fue ." (Mateo 27,59–60). Ésta es la situación: Jesús había sido crucificado y ahora se encontraba en un sepulcro. Al haber una piedra de gran tamaño cubriendo la entrada a la tumba, la gente tenía la sensación de que todo había concluido. El relato continúa diciendo que un grupo de mujeres, incluyendo a María Magdalena, se encontraban sentadas frente al sepulcro. Aquellas mujeres debieron haber estado con el corazón roto. Casi puedo escuchar sus voces llenas de desesperanza: "¿Qué sucederá ahora que Jesús ha partido? ¿Cómo podemos seguir adelante?" Esto me recuerda los lamentos, en vida de Jesús, de Marta y María, hermanas de Lázaro muerto (Jn. 11, 17-37) o los

Diálogos para el Alma: “Tu Límite”

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Diálogos para el Alma: "Tu Límite" Hoy fue un día terrible, llegué a casa, me derribé en la cama mirando hacia arriba. Mis ojos se posaron sobre la sombra que se formó en el techo y dije: ¡Señor vos sos la Luz, pero yo veo las sombras! De repente el silencio resonó en mi corazón: -¿Estas llegando a tu límite? ¿Cansado, abatido, con ganas de rendirte? Yo te desafío a que respondas con un simple sí o no las siguientes preguntas: • ¿Promete la Palabra de Dios suplir todas tus necesidades? • ¿Dijo Jesús que El nunca te dejaría, y que estaría con vos hasta el final? • ¿Dijo El… que en tu debilidad triunfa su gracia y que, aún así te presentaría sin mancha delante del trono del Padre? • ¿Dijo El… que el que pide, recibe; el que llama se le abre? ¿Prometió darte la semilla que necesites para propagar el evangelio? • ¿Está El más deseoso de dar, que vos de recibir? ¿Es mayor El… que está en ti, que aquél que está en el mundo? • ¿Son buenos los pensamientos que El tiene sobre vos? ¿Es

Diálogos para el Alma: “Espíritu Consolador”

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Diálogos para el Alma: "Espíritu Consolador"  En cualquier momento del día nombro al Espíritu Santo, así sea haciéndome la simple señal de la Cruz. Lo hago desde pequeño. Pero leyendo mi Biblia, encontré que Jesús llama al Espíritu Santo, "el Consolador" en palabras de San Juan. Hoy siento que necesito ese consuelo y motivado por esto, decidí hablar con Juan. - ¿Cómo lograr recibir su Consuelo? - Una cosa es conocer al Espíritu Santo como nuestro consolador y otra, es saber cómo él nos consuela. Al comprender el "Cómo" podremos distinguir el consuelo que proviene de la propia emotividad, de aquél que procede del Espíritu. - ¿Podrías ejemplificarlo? - Piensa en un hermano que es invadido por la soledad. El ruega por el consuelo del Espíritu Santo y espera que el consuelo venga en forma de sensación. De hecho, se lo imagina como una especie de aliento repentino del cielo, como un sedante espiritual llegando a su alma. Este sentimiento de paz en realidad pued