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Mostrando entradas de noviembre, 2017

Diálogos para el Alma: “Mientras tanto”

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Diálogos para el Alma: "Mientras tanto" Hoy por la radio escuché que alguien dejaba este mensaje: "¿Qué sentido tiene seguir pidiéndole algo a Dios, que luego de un tiempo de insistencia, constatas que no te lo concede?". Luego pasaron varios mensajes más que dejaron olvidada esta pregunta. Yo no pude dejar de lado el mensaje, pues su eco reflejaba una angustiante duda que siempre tuve. Era hora de encarar el tema y charlarlo con la Biblia que tengo en la mesa de luz. Fue así que la tomé y le dije: - Necesito tu palabra que me dé una pista. La abrí y leí: "El Señor está cerca. No se angustien por nada; antes bien, en toda ocasión presenten sus peticiones a Dios y agreguen la acción de gracias a la súplica. Y la paz de Dios, que es mayor de lo que se puede entender, les guardará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús." (Filipenses 4,5-7). Supe que ya lo había escuchado otras veces, pero cuando releí este pasaje, me llamó la atención algo que nunca

Diálogos para el Alma: “Buen Vino”

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Diálogos para el Alma: "Buen Vino" Anoche vi un programa en la tele sobre la elaboración del vino desde que nace la uva, luego madura, se cosecha, se elabora el mosto, hasta que se embotella el vino, que como mínimo necesita casi dos años de estacionamiento, para luego ser consumido. Casi tres años para que tenga la mínima calidad, desde que nace la uva hasta que llega a una mesa. Me dormí con esta imagen del viñedo. Me levanté temprano para hacer mi oración, me senté y saludé a mi Biblia, la abrí, como de costumbre, pero me sorprendió hacerlo en una historia muy conocida: Jesús convierte el agua en vino. Pero antes de ingresar a la historia la Biblia me interrumpió: - Vale resaltar tres características principales del agua: es incolora (no posee color), inodora (no posee olor) e insípida (no posee sabor). En total contraste con el vino, el cual, quienes saben de vinos, lo definen por su color, olor y sabor. - Buena aclaración – dije. - Ahora te pregunto a ti directamente, di

Diálogos para el Alma: “Salir a Sembrar”

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Diálogos para el Alma: "Salir a Sembrar"  Hoy compré unas paltas ya que a mi hija le encantan. Cuando ella las comió me quedé con las semillas o carozos que son gigantes y me dije, lástima no tener en mi departamento un lugar donde sembrarlas. Las dejé en la ventana. Todo terminó ahí. Pero en mi oración abrí mi Biblia y justo apareció Mateo 13,1-23 donde Jesús cuenta la parábola del sembrador. Me di cuenta que antes de contar la parábola del que "salió a sembrar", el evangelista nos presenta a Jesús que "sale de casa" a encontrarse con la gente para "sentarse" sin apuro y dedicarse durante "mucho rato" a sembrar el Evangelio entre toda clase de gentes. Según Mateo, Jesús es el verdadero sembrador. De él tenemos que aprender también hoy a sembrar el Evangelio, me dije. Entusiasmado por estas observaciones, le pregunté al Espíritu Santo: - ¿Qué es lo primero que hay que hacer para sembrar? - Lo primero es salir de tu casa. Es lo que pide

Diálogos para el Alma: “Mentiras del enemigo”

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Diálogos para el Alma: "Mentiras del enemigo" En estos momentos de prueba y tentación, oigo en mi mente ideas que vienen a susurrarme algo así: "Estás completamente acorralado y no tienes salida. Creyentes más fuertes que vos han sucumbido en circunstancias menos difíciles. Ahora te toca caer a ti. Eres un fracaso, de otra manera no estarías pasando por esto. Algo está mal en tu vida y Dios está desconforme contigo". Lo peor de estos pensamientos es no estar seguro si vienen de Dios, de mi mismo o de otra fuente. Cansado de esta batalla mental, decidí pedirle a mi Biblia que me ayudara a discernir. Entonces me respondió: - En medio de su prueba, Ezequías (2Reyes 19) reconoció su incapacidad. Este rey se dio cuenta de que no tenía la fuerza para detener las voces de ira en su contra, voces de desánimo, de amenazas y de mentiras. El sabía que no podía librarse de esta batalla, así que pidió intercesión (v4) y buscó al Señor en oración para que lo ayudara (v15). Y Dios