Diálogos para el Alma: “Pensamientos de Rapiña”

Diálogos para el Alma: "Pensamientos de Rapiña" 

Recientemente, mientras me sentaba en la iglesia durante la misa, mi mente fue inundada con pensamientos – sobre el menú del almuerzo, sobre mi siguiente compromiso, sobre mi tarea en la iglesia, sobre la necesidad de ser un buen padre. Todas estas cosas eran legítimas pero estaban totalmente fuera de lugar y momento, pues me distraían de alabar al Señor. Yo tuve que controlar mis pensamientos como si fueran rehenes.

Volví a casa y tomé la Biblia como de costumbre, para leer un texto al boleo. Sorpresa mía fue encontrar un relato del Antiguo Testamento, en el que contaba que cuando Dios comenzó a tener comunión íntima con Abraham e hizo un pacto con él, Abraham tomó a cinco animales y los sacrificó, costumbre del momento. La Escritura dice, "Y descendían aves de rapiña sobre la carne, pero Abraham las ahuyentaba." (Gn. 15,11).

Ahí entendí que esto es exactamente lo que nos sucede durante la oración. Pensamientos descienden sobre nosotros como aves de rapiña, interfiriendo en nuestra intimidad con Él, tratando de arrebatar nuestro sacrificio de alabanza. Y, como Abraham, necesitamos ahuyentarlas.

Nuestras mentes tienen una tendencia natural a vagar e ir a la deriva. Pasa seguido que no podemos dormir porque somos incapaces de controlar la oleada de pensamientos que patotean nuestras mentes. Podríamos llamar a esto, "distracciones involuntarias." Cada vez que yo me encierro a rezar, antes de diez minutos mis pensamientos empiezan a divagar en todas direcciones. Escucho mi boca alabar al Señor, pero mi mente está completamente en algo diferente y recordando este otro texto: "Este pueblo me ofrece tan sólo palabras, y me honra con los labios, pero su corazón sigue lejos de mí. Su religión no vale, pues no son más que enseñanzas y obligaciones humanas" (Is. 29,13). Yo trato de pelear contra esta marejada de pensamientos, pero parecen incrementarse. Es la sensación de estar de cuerpo presente. La propia comodidad constantemente pelea en contra de nuestro espíritu, queriendo apoderarse de nuestra atención.

Es lo mismo que me sucede en el templo, sea para la misa, la adoración eucarística, el rosario, etc. Yo puedo estar alabando al Señor, lleno de amor por Jesús, cuando de repente mi mente empieza a dirigirse hacia otros asuntos.

mental!Debemos saber discernir y reconocer que nuestros pensamientos divagantes no son siempre del diablo como nos enseñaron. Algunas veces simplemente nos inundan preocupaciones -pensamientos sobre negocios, la familia, sobre problemas y dificultades – frutos éstos de nuestros temores e inseguridades humanas, que nos impiden confiar. ¡Estos siempre deben ser tomados como rehenes porque nos encontramos como en una batalla mental!

La herida naturaleza humana siempre tratará de interferir en nuestra fe, en momentos de alabanza y de oración. Se nos ha dado el mandamiento de resistir y no dejar de espantar: "Manténganse despiertos (atentos) y oren para que no caigan en tentación. Ustedes tienen buena voluntad, pero son débiles." (Mt. 26,41) y debemos poner al Señor como centro de nuestro enfoque. Si mantenemos nuestra mente centrada en Dios, su fuego caerá y tomará nuestro sacrificio santo (Gn. 15,17).

"Cualquier semejanza con tu realidad, es pura Providencia."

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