Bocado de Misericordia: “Amistad salvadora”

Bocados de Misericordia: "Amistad salvadora"

Un día, cuando era estudiante de secundaria, vi a un compañero de mi clase caminando de regreso a su casa. Se llamaba Luís. Iba cargando todos sus libros y pensé: "¿Por que se estará llevando a su casa todos los libros el viernes? Debe ser muy estudioso, un "traga".

Yo ya tenía planes para todo el fin de semana. Fiestas y un partido de fútbol con mis amigos el sábado por la tarde, así que me encogí de hombros y seguí mi camino.

Mientras avanzaba, vi a un montón de chicos corriendo hacia él. Cuando lo alcanzaron le tiraron todos sus libros y le hicieron una zancadilla que lo tiró al suelo. Vi que sus anteojos volaron y cayeron al suelo como a tres metros de él. Levantó la mirada y pude ver una tremenda tristeza en sus ojos. Mi corazón se compadeció, así que corrí hacia él, mientras gateaba buscando sus anteojos. Vi lágrimas en sus ojos.

Le acerqué a sus manos sus anteojos y le dije, "esos chicos son unos tarados, no deberían hacer esto". Me miró y me dijo:"¡Gracias!". Había una gran sonrisa en su cara; una de esas sonrisas que mostraban verdadera gratitud.

Le ayudé con sus libros. Vivía cerca de mi casa. Le pregunté por qué no lo había visto antes y me contó que se acababa de cambiar de una escuela privada. Yo nunca había conocido a alguien que fuera a una escuela privada.

Caminamos hasta casa. Le ayudé con sus libros; parecía un buen chico. Le pregunté si quería jugar al fútbol el sábado conmigo y mis amigos, y aceptó. Estuvimos juntos todo el fin de semana. Mientras más conocía a Luís, mejor me caía, tanto a mí como a mis amigos. Llegó el lunes por la mañana y ahí estaba él con aquella enorme pila de libros de nuevo. Me paré y le dije:

"Hola, vas a sacar buenos músculos si cargas todos esos libros todos los días". Se rió y me dio la mitad para que le ayudara.

Durante los siguientes cuatro años nos convertimos en los mejores amigos. Cuando ya estábamos por terminar la secundaria, Luís decidió ir a la Universidad de La Plata y yo a la de Buenos Aires. Sabía que siempre seríamos amigos, que la distancia no sería un problema. Él estudiaría Abogacía  y yo Filosofía, con una beca.

Llegó el gran día de la Graduación. Él debía preparar el discurso.

Yo estaba feliz de no ser el que tenía que hablar. Luís se veía realmente bien. Era uno de esas personas que se había encontrado a sí mismo durante la secundaria, había mejorado en todos los aspectos, y ahora usaba lentes de contacto. Tenía más arrastre con chicas que yo y todas lo adoraban.     ¡Caramba! Algunas veces hasta me sentía envidioso… Hoy era uno de esos días. Pude ver que él estaba nervioso por el discurso, así que le di una palmada en la espalda y le dije:

"Vas a estar genial, amigo". Me miró con una de esas miradas de agradecimiento y me sonrió diciendo, "Gracias".

Limpió su garganta y comenzó su discurso:

"La Graduación es un buen momento para dar gracias a todos aquéllos que nos han ayudado a través de estos años difíciles: tus padres, tus maestros, tus hermanos, quizá algún entrenador… pero principalmente a tus amigos. Yo estoy aquí para decirles que ser amigo de alguien es el mejor regalo que podemos dar y recibir y, a propósito, les voy a contar una historia".

Yo miraba a mi amigo incrédulo cuando comenzó a contar la historia del primer día que nos conocimos. Aquel fin de semana él tenía planeado terminar con su vida. Habló de cómo limpió su armario y por qué llevaba todos sus libros con él: para que su madre no tuviera que ir después a recogerlos a la escuela. Me miraba fijamente y me sonreía.

"Afortunadamente fui salvado. Mi amigo me salvó de hacer algo irremediable".

Yo escuchaba con asombro como este apuesto y popular chico relataba a todos ese momento de debilidad. Sus padres también me miraban y me sonreían con esa misma sonrisa de gratitud. Bajó del estrado y nos abrazamos y derramamos lágrimas que regaron la amistad hasta hoy.

Piedra libre a:

"Nunca subestimes el poder de tus acciones: con un pequeño gesto, puedes cambiar la vida de otra persona, para bien o para mal. Dios nos pone a cada uno frente a la vida de otros para impactarlos de alguna manera".

"Los amigos son ángeles que nos llevan en sus brazos cuando nuestras alas tienen problemas para recordar como volar"

"No lo olvides nunca: La prosperidad hace amigos, la adversidad los prueba".

Hay personas que se dedican a iluminar las vidas de otros con su alegría, y su cariño, y eso a veces es lo único que vale".

La amistad es más difícil y más rara que el amor. Por eso, hay que salvarla como sea.

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Yapitas bíblicas:

"No renuncies a tu amigo ni al amigo de tu padre; un amigo cerca vale más que un hermano lejos" (Proverbios 27,10).

"No abandones a un viejo amigo: el nuevo no se le equiparará. Nuevo amigo, vino nuevo; déjalos que envejezcan y los tomarás con gusto" (Eclesiástico 9,10).

Otros: (Eclesiástico 6, 6; 14-17). (Proverbios 17,17).

 

"Cualquier semejanza con tu realidad es pura Diosidencia." (dalugas@gmail.com).

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